El edificio de la antigua Fábrica de Tabacos de Embajadores es de titularidad pública, y está adscrito al Ministerio de Cultura, a través de la Dirección General de Bellas Artes (DGBA). Por sus características, es patrimonio histórico, catalogado como Bien de Interés Cultural.

La Fábrica de Tabacos de Madrid se desocupó definitivamente en el año 2000, justo después de la privatización de La Tabacalera/Altadis. El edificio quedó abandonado durante diez años de progresivo deterioro y nulo mantenimiento, diez años de intermitentes luchas por abrir el edificio a un barrio escaso de espacios públicos.

En noviembre de 2007, el Consejo de Ministros aprobó un acuerdo por el que se creaba el Centro Nacional de Artes Visuales (CNAV), cuya sede se situaría en la Tabacalera. El 29 de julio de 2008 siete equipos de arquitectos son invitados por correo electrónico a presentar una propuesta. En noviembre de 2009 el ministro de Cultura, César Antonio Molina, presenta a los medios el proyecto elegido, junto a sus autores: Nieto y Sobejano. El 26 de noviembre el Consejo Superior de Arquitectos impugna el procedimiento de adjudicación. El 25 de febrero de 2009 se anuncia nuevo concurso y finalmente el 2 de junio de 2009 Nieto y Sobejano vuelven a ser agraciados con la concesión del proyecto, esta vez con Ángeles González-Sinde como ministra.

El proyecto, que tiene un coste de 30 millones de euros, no se lleva adelante por falta de presupuesto y la DGBA propone a la asociación cultural SCCPP que realice un proyecto artístico-cultural en el edificio. Esta asociación, que había participado de los debates ciudadanos sobre el futuro del edificio, extiende la propuesta a otros colectivos y habitantes del barrio de Lavapiés y acepta el encargo de la DGBA, firmando un contrato de un año por el que se compromete a desarrollar un proyecto llamado Centro Social Autogestionado La Tabacalera, utilizando 9.200 metros cuadrados de los 30.000 con que cuenta el edificio.

Transcurridos dos años en los que la situación legal dependía de ese contrato y de una renovación por otro año, LTBC, articulada como proyecto autónomo, solicitó a la DGBA la ejecución de un convenio de cesión de uso que diese estabilidad, en el edificio y en el tiempo, a esta experiencia de participación ciudadana. Dicha cesión entró en vigor en enero de 2012, por un período de dos años, prorrogables de dos en dos hasta un máximo de ocho.

La cesión se realizó a la Asociación Cultural CSA La Tabacalera de Lavapiés, una asociación creada por la asamblea del centro social -y a la que cualquier persona puede asociarse- con el único objetivo de contar con una figura legal válida que pudiese hacerse cargo de la cesión. En los propios estatutos de la asociación se hace explícito que no se inmiscuye en la toma de decisiones del CSA, dejando este asunto en manos de la asamblea y de las comisiones que gestionan el centro -todas ellas abiertas a quien quiera participar.

LTBC es un centro social, impulsa la participación directa de l@s ciudadan@s en la gestión del dominio público. Un centro cultural que entiende la cultura como una noción que abarca las capacidades creativas y sociales de la ciudadanía. Dichas capacidades comprenden no solo la producción artística, sino también la acción social, el pensamiento crítico y la difusión de ideas, obras y procedimientos que buscan expandir y democratizar la esfera pública. LTBC es un centro integral que incluye lenguajes y modos de expresión, pero también la complejidad demográfica, cultural, étnica, de registros y modos de habitar del territorio y del tiempo inmediatos.

En este contexto, el proyecto de LTBC es una apuesta a pie de calle que ofrece oportunidades de encuentro y acepta la responsabilidad de afrontar sus inconvenientes. Desde sus comienzos, ha sido una invitación abierta a todo tipo de colectivos y personas para involucrarse y participar en el proyecto. Como resultado, la composición social interna de LTBC muestra la complejidad y riqueza de una vida que admite la diversidad de los seres humanos y construye su propio ecosistema apostando por la convivencia intercultural, intergeneracional, interétnica, de géneros y excepciones sexuales y, en definitiva, por la heterogeneidad.

Para posibilitar ese nuevo modelo son necesarias: (a) plena autonomía para la organización y el desarrollo de la iniciativa por parte de quienes la conforman, (b) exploración de la gestión de lo público en términos de democracia participativa, (c) fomento de las prácticas culturales de bajo coste y de la cultura libre, (d) una metodología de programación distante de las prácticas clásicas de la gestión cultural, (e) el empeño por nivelar las diversas escalas de la expresión social y cultural.

LTBC no es ni puede ser el recurso de unas pocas personas bien conectadas o privilegiadas. Por sus propias características (no privativo ni apropiable, público, procomún), ni siquiera puede ser el recurso común de un grupo permanente. Su condición de posibilidad es la apertura: a nuevas composiciones, a nuevos acontecimientos, a distintos niveles de implicación, trabajo, uso. En LTBC no se muestran solo las iniciativas que se sitúan establemente en el edificio, sino todas aquellas que precisan del espacio y se atienen a los criterios que lo sostienen: cultura libre y gratuita, cooperación, horizontalidad, transparencia, uso no lucrativo ni privativo, sino colectivo, solidario y responsable de los recursos… Son precisamente las características que hacen de LTBC un experimento singular las que lo convierten en un referente público y, por tanto, inapropiable por las partes que lo han impulsado.

NOTA IMPORTANTE: si quieres contactar con nosotras, proponernos o preguntarnos algo, la mejor manera es venir al centro, los comentarios dejados en las páginas no siempre son respondidos. Periódicamente, hacemos unos talleres de bienvenida en los que contamos cómo funciona el CSA y resolvemos dudas. Gracias.

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