La verdad es que me hubiera gustado comenzar la crónica de este experimento – que todavía ignoramos cuándo arranca y cuánto durará- con una imagen más hospitalaria, pero estos son los hechos. Podría decirse que un cierto clima de desconfianza apuró barreras preventivas – de qué, nadie lo sabe tampoco- en esta primera visita guiada a La Tabacalera de Lavapiés. De hecho, no habían terminado de llegar todos los asistentes para que se nos informara que éramos tantos que tendríamos que ingresar al edificio de cinco en cinco. Dado que llegamos a sumar cerca de cuarenta, este plan significaba un importante dilema para todos aquellos afortunados presentes que no se encontraran en el paro. Así que las protestas no se hicieron esperar. ¿En qué se justificaban estas espontáneas medidas? No podía ser en nuestra seguridad, a menos que estén intentando deshacerse de los fotógrafos que se encuentran trabajando actualmente en el edificio y hacerlo parecer «un accidente». Es broma. Todos somos conscientes de que estamos ante una situación sin precedentes. Y como en estos casos nunca puede quedar la impresión de que una parte tiene más razón que la otra, acordamos ingresar en dos grupos. Perdón. ¿Partes dije? Si se supone que todos queremos lo mismo. Algo de eso habrá, pero a algunos no les queda tan claro. Suspicacias al margen, si en algo estamos todos de acuerdo -incluidos arquitectos- es en que el edificio y sus instalaciones están de puta madre.
Aquí un resumen de la visita, en imágenes.
Un representante del barrio le explica a la representante del Ministerio de Cultura que entendemos sus razones, pero lo de las visitas express de cinco en cinco, como que no va a colar.
David Rodriguez guía el primer grupo. Los que no lo sabían, se enteran de cuatro cosas:
1. Artistas con ideas geniales en busca de inversor, montadores, comisario, etc…: absténgase de enviar proyectos.
2. La Tabacalera de Lavapiés -todavía- no es un museo. Será, por espacio de un tiempo indeterminado, un Centro Social Autogestionado (el que no sepa qué es esto, que lo busque en la Wiki).
3. Aquellos que, se desprende de lo anterior, estén interesados en aportar su creatividad y trabajo a la producción de recursos sociales, harían bien en pasarse.
4. Las instalaciones que el Ministerio había ofrecido, han sido destinadas a otro proyecto. El centro de operaciones se traslada al ala este.
5. El patio en el que nos encontramos, podrá ser disfrutado por los usuarios del centro.
Preguntas van, preguntas vienen. Por más azul que esté el cielo, nos estamos helando. Así que entramos en materia.
¡Cómo mola! Resulta que hay electricidad y agua en casi la totalidad de las instalaciones que visitamos.
Este es el espacio más diáfano del ala este.
A partir de este punto, podría decirse que cada cual se monto su visita según sus ganas y su estilo. Yo, por ejemplo.
Pasé por aquí.
En fin, que dí muchas vueltas. Cuando llegué aquí, me dí cuenta de que me estaba metiendo en berenjenales y reculé.
Ahora una reflexión a título personal. Hay un grupo de artistas que trabaja -por encargo, sin trabas, ni bajo la Espada de Damocles de una infinidad de condicionantes- en el ala oeste de las instalaciones de La Tabacalera y hay un grupo de personas en la puerta del edificio-autónomas, colaborativas, capaces de demostrar que una producción cultural arriesgada y generativa es posible sin millones de por medio- escuchando que tienen que tomar turnos de cinco para visitar el ala oeste. ¿Soy solo yo o alguien más ve esto como una metáfora de las políticas culturales en España?
Las visitas, seguramente, tendrán que ser más dinámicas el día de mañana.
Nos vemos para las cañas de después.
Saludos.